En las siguientes lineas, os presentamos la intervención
de Pernando Barrena dentro de las jornadas tituladas “III Jornada Parlem
D’Euskadi. En memòria d’Ernest Lluch ” que se celebraron en la
Universitat de Barcelona.
La construcción de la paz en un escenario democrático
Bon dia a tots i totes. Em dic Pernando Barrena i sóc portaveu
nacional de l’Esquerra Abertzale-SORTU. En primer lloc voldria agrair
als organitzadors, Universitat de Barcelona i Fundació Ernest Lluch
l’oportunitat de poder participar en aquest fòrum.
Així mateix, i de manera molt especial voldria fer extensible aquest
agraïment als que des de la seva condició de víctima avui amb la seva
presència signifiquen que són actius per a la pau.
Como es público y conocido, la Izquierda Abertzale está llevando a
cabo una redefinición estratégica de su posición política que conlleva
de manera prioritaria una apuesta decidida por crear condiciones para la
paz y la normalización política. En ese contexto es nuestra intención
seguir aportando en la medida que consideremos necesario para que el
proceso de paz avance, para que nada ni nadie, consiga pudrirlo.
Debo decir que cuando recibimos la invitación a participar en estas
jornadas, inmediatamente vimos en ella la oportunidad de poder explicar
de primera mano ante un auditorio cualificado nuestra visión del proceso
de paz y especialmente de cómo abordar la asignatura pendiente de las
víctimas y esto último, cuando se piensa con calma da mucho respeto.
Respeto porque es un tema de gran calado humano ante el cual es mejor no
actuar que hacerlo mal; y respeto, porque nosotros también tenemos una
parte alícuota de responsabilidad de la cual sería irresponsable huir.
Existe una necesidad real, colectiva de abordar el tema de las
víctimas como personas que viven su sufrimiento de una manera individual
y única, sin caer en uniformizaciones ni falsas equiparaciones. A pesar
de la imagen indolente que de nosotros se ha querido proyectar
desgraciadamente sabemos qué es sufrir, en algunos casos en primerísima
persona como hemos tenido ocasión de escuchar esta tarde. Ayer mismo
recordábamos al portavoz parlamentario Santi Brouard y al diputado en
Madrid Josu Muguruza asesinados hace 28 y 23 años respectivamente.
Sabemos qué es perder seres queridos, qué es la cárcel, etc… y por eso
no se lo deseamos a nadie y quisiéramos que nadie hubiera tener que
haber pasado por eso. Nadie.
Como decía, son demasiados años de sufrimiento, y por lo tanto la
sociedad vasca deberá trabajar con tesón para que las heridas abiertas
durante tanto tiempo puedan sanar. No nos cabe duda de que el camino de
la reconciliación será largo; un conflicto que se remonta siglos atrás
no desaparece de un instante para otro. Probablemente alcanzaremos ese
gran objetivo cuando sintamos como propio todo el dolor y sufrimiento
ajeno. Cuando ese sufrimiento deje de ser “nuestro” o “de los otros”
para ser el de todos, empezaremos a hacer posible la convivencia e
incluso la reconciliación.
Y además, y ya más enfocado desde un prisma meramente político,
representamos a un sector social soberanista y de izquierda que en este
momento es emergente y que tiene vocación de ser hegemónico y gobernar;
el reto de gobernar para todo un país y el interés general de su
ciudadanía, y desde esta visión política la reconciliación aparece como
una labor fundamental, para impulsar una memoria colectiva sin amnesia,
con justicia; con cicatrices que tendremos que sobrellevar durante algún
tiempo, quizás algunas generaciones, pero que servirán de recordatorio
de lo que nunca más podemos permitir que ocurra.
Y para todo eso, y en este momento histórico de fin de la actividad
de ETA, nosotros proponemos impulsar un proceso de paz integral, que
aborde también entre quienes son competentes para ello el problema
político subyacente, pero que a su vez debe acordar un esquema de cierre
a un conflicto violento y a sus consecuencias, entre otras las víctimas
del mismo.
Por eso, hoy quisiéramos exponer esa visión general y dentro de ella
cómo situamos el tratamiento a las víctimas porque pensamos que es parte
de un todo íntimamente relacionado. La IA tiene intención de seguir
aportando vientos de cambio, vientos de solución; eso es lo que hemos
intentado hacer en estos últimos tres años con nuestro reposicionamiento
global y eso es precisamente lo que hoy también nos trae aquí. La
readecuación estratégica de la IA, recogida en el documento Zutik Euskal
Herria y desarrollada posteriormente mediante nuestro trabajo político,
ha traído como consecuencia la decisión histórica de ETA de finalizar
definitivamente el ciclo armado. Y así mismo, la declaración de Aiete
-que acaba de cumplir un año y cuya segunda edición tuvo lugar ayer en
Donostia- ha venido a marcar una hoja de ruta integral para la
consecución de un escenario de paz, con la implicación de agentes
internacionales al más alto nivel. A pesar de la inacción en positivo de
los agentes gubernamentales en este año de la Declaración de la
Conferencia Internacional de Paz de Aiete, la IA de manera totalmente
unilateral y respondiendo al emplazamiento del tercer punto del
documento, hizo una nueva aportación en el contexto de esa hoja de ruta,
conscientes de que la paz es hoy por hoy un horizonte aún por alcanzar
en el País Vasco. Los pasos unilaterales dados por la IA han dado el
arranque a un proceso democrático, pero es necesario todavía un
tránsito: la transición que nos lleve desde un escenario de violencia y
vulneración de derechos a una paz justa y duradera en nuestro país. Y
ese tránsito está por hacer.
Y para llevar a cabo ese tránsito, tal y como se ha dado en otros
dinámicas de resolución, necesitaremos de una justicia transicional que
establezca un conjunto de medidas políticas y jurídicas que ayuden a
desarrollar el proceso democrático. Justicia transicional, un término
que a muchos puede sonar a nuevo, pero que es un concepto muy enraizado
política y jurídicamente en otros lugares del mundo inmersos en procesos
de resolución democrática de conflictos.
A qué premisas deberá responder esa justicia para el periodo de tránsito:
• En primer lugar, que sea instrumento para responder de forma
positiva a la necesidad de superar las consecuencias del conflicto y
eliminar las causas de injusticia de carácter estructural.
• Que promueva la reconciliación desde el respeto mutuo buscando la verdad y la necesaria reparación de todas las víctimas.
• Que deberá estar asociada a las dinámicas políticas y sociales que
tienen por objetivo resolver los problemas derivados de un pasado de
negación y vulneración de derechos, y violencia.
• Y que no busque vencedores y vencidos, sino una solución de la que
todo el país salga vencedor. Una justicia que aporte lo necesario para
poder alcanzar la paz y la reconciliación.
EN CONSECUENCIA, nosotros consideramos que la justicia transicional es necesaria para:
1. El cese definitivo de toda violencia.
2. Para responder a las consecuencias del conflicto.
3. Para promover la reconciliación desde el reconocimiento mutuo.
4. Para que el Pueblo Vasco pueda conocer la verdad, suma de todas las verdades sobre lo ocurrido.
5. Y para situar el diálogo y el acuerdo democrático como garantía de
no repetición. Voy a referirme a estos cinco puntos, más allá del mero
enunciado para hacer un pequeño desarrollo de los mismos.
En primer lugar hablábamos de
1.- El cese definitivo de toda violencia.
Bien, hemos dicho, y para nosotros es evidente, que todas las
expresiones de violencia no han llegado a su fin en nuestro país.
Creemos que en primer lugar hay que dar con urgencia pasos que supongan
un cambio efectivo en la política penitenciaria, una política que en su
aplicación es a todas luces inhumana con los miembros del colectivo de
presos políticos vascos. Es posible dar pasos ya, incluso sin
modificación alguna de la legalidad sino simplemente aparcando la
interpretación interesada que de la misma se ha hecho en los últimos
veinte años. Hay que poner en libertad a los 13 presos que en estos
momentos sufren enfermedades incurables, o a quienes ya han cumplido 2/3
de su condena, además de presos preventivos en sumarios de carácter
político. Es necesario terminar de una vez por todas con la dispersión,
repatriando a los presos a cárceles vascas tal y como recoge la letra de
la propia legislación penitenciaria y derogar la denominada “Doctrina
Parot” en consonancia con la reciente sentencia del Tribunal Europeo de
DDHH.
Además de ir poniendo en marcha medidas de excarcelación, es
necesario desmontar el andamiaje jurídico-legal de excepción, cesando el
hostigamiento de la actividad política legal independentista, las
detenciones y malos tratos y por supuesto, los encausamientos y
encarcelamientos por actividad política. A fecha de hoy, alrededor de
100 personas se encuentran en prisión condenadas por su militancia
independentista (sumario 18/98, movimiento pro-amnistía) y alrededor de
200 personas nos encontramos en libertad provisional a la espera de
juicio con petición fiscal de 10 años, también por militancia en
partidos u organizaciones vinculados a la Izquierda Independentista). Es
cierto que el TC finalmente legalizó SORTU y con ello puso fin a 10
años de ilegalizaciones y de vulneración de derechos políticos y eso es
una buena noticia, pero difícilmente podremos hablar de realizar labor
política en igualdad de condiciones mientras los independentistas
estemos bajo amenaza de prisión o ilegalización.
Decíamos también que la justicia transicional es necesaria para
2.- Responder a las consecuencias del conflicto.
El conflicto político en su vertiente violenta ha acarreado
consecuencias trágicas para muchas personas; algunos perdieron la vida,
sufrieron daños físicos y/o psíquicos, fueron hechos desaparecer,
sufrieron tortura y maltrato, amenazas, cárcel o exilio. Y todo ese
sufrimiento se hizo extensivo de manera directa a familias enteras y
miles de personas. Si realmente queremos encauzar la realidad del país
hacia una paz basada en la práctica de la justicia, es necesario
reconocer y tratar de reparar todo ese dolor.
Y por lo tanto, a nuestro entender hay que tener en mente que en
primer lugar, el cambio de política penitenciaria tiene que ser un
primer paso hacia la excarcelación de los presos de motivación política y
la vuelta a casa de los refugiados, dentro de una dinámica escalonada y
en el contexto del desarrollo del proceso de paz y normalización
política y social, y para este objetivo la legislación de excepción no
puede ser la referencia. No hay en el mundo proceso de paz viable alguno
que mantenga en prisión cientos de personas, no es posible
compatibilizar la normalización política y social del País Vasco con la
existencia de un colectivo de 700 personas en prisión y más de 2000 en
el exilio.
Del mismo modo hay que abordar la desmilitarización del país sin
mayor dilación. El fin de las estrategias violentas tiene que traer
consigo la desaparición de las herramientas que se utilizaron para ese
fin, armas y legislaciones de excepción. Los amplios despliegues de
efectivos armados al amparo de la lucha antiterrorista deben ser
recortados y minimizados. Y del mismo modo, ETA deberá disolver sus
estructuras militares y poner fuera de uso todo su armamento.
Así mismo, es el momento para que Francia y España abandonen las
operaciones policiales de corte político que tienen como objetivo
arrestar ciudadanos vascos. Las legislaciones de excepción surgidas en
el contexto antiterrorista, legislaciones que a nuestro entender no han
hecho sino alimentar durante décadas ese mismo conflicto tienen que ser
derogadas. Por lo tanto, nuestra opinión es que por medio de la justicia
transicional deberá darse la desactivación de todas las herramientas
que se han utilizado a través de los tiempos para alimentar el
conflicto. Y eso pensamos honestamente, hace más que recomendable que
Francia y España entablen contacto con ETA para su final ordenado.
En tercer lugar, precisamos de una justicia transicional, como elemento que nos ayude a
3.- Promover la reconciliación desde el reconocimiento mutuo.
Como he dicho anteriormente, la situación de conflicto ha tenido
consecuencias muy dolorosas sobre una gran cantidad de ciudadanos y
ciudadanas. Víctimas de la vulneración de derechos humanos y derechos
fundamentales; y si realmente deseamos una sociedad vasca que viva en
paz, con memoria y justicia, deberemos responder y dar salida a todo ese
dolor generado y acumulado durante años.
Y para ello será necesario que todos los que de una manera u otra
somos parte de la sociedad vasca y también las instancias
gubernamentales implicadas, respondan a las causas que han generado ese
dolor y ese sufrimiento. La sociedad deberá asimismo acompañar y, en la
manera de lo posible, ayudar a aliviar el dolor de quienes hayan sufrido
la violencia de forma directa y de sus familiares no solamente por
tener adquirida una deuda con ellos sino también por propio interés,
como inversión social de futuro.
Y además, debemos ser muy conscientes de que la reconciliación no
será posible sin lograr un acuerdo de convivencia democrática. La
reconciliación exige ese acuerdo. En nuestro pueblo existen -y seguirán
existiendo- puntos de vista diversos sobre lo acaecido en el pasado. Y
si bien debemos tratar de buscar toda la verdad, esta verdad completa
será la suma de diversas e incluso de diferentes verdades.
Nadie debe sentir temor de hablar sobre lo ocurrido; esto nos hará
más libres y asegurará la reconciliación y garantizará que nunca se
repita lo acaecido. Debemos hablar acerca de todo lo sucedido en estos
años, sobre los motivos y razones de lo que pasó. Esto que puede ser
difícil, es, sin embargo imprescindible si queremos construir una
sociedad en paz. Seguramente, y tal y como dijo Thomas Mann, “Con el
tiempo, es mejor una verdad dolorosa que una mentira útil”.
En ese sentido, la Izquierda Abertzale está preparada para ello y
muestra su total disposición a hablar sobre lo acontecido en nuestro
país con quienes tengan voluntad para hacerlo. No aceptamos que el dolor
y el sufrimiento de las víctimas se utilicen para hacer inviable el
diálogo. Muy al contrario, ese sufrimiento acumulado debería ser un
acicate para buscar un nuevo escenario de paz justa y duradera, porque
todos nuestros esfuerzos deben estar encaminados a que tragedias como
las suyas (que son las nuestras) no se vuelvan a repetir jamás.
La reconciliación no significa olvido, ni tampoco que aquellas
personas que hasta ahora se han considerado enemigas se conviertan en
amigas. La reconciliación debe suponer el reconocimiento de las partes:
el reconocer a la otra persona y reconocerse ante la otra persona.
Significa reconocer el dolor causado y el respeto ante dicho dolor. Y si
durante años de conflicto la falta de sensibilidad hacia el dolor ajeno
ha sido lo que caracterizaba a las partes en el conflicto, este nuevo
tiempo exigirá un esfuerzo por parte de todos y todas en aras de sanar
las profundas heridas que nos afligen como personas y sociedad.
En este sentido, la Izquierda Abertzale desea mostrar con total
sinceridad su absoluto respeto hacia todas aquellas personas que han
sufrido y padecido vulneraciones de derechos humanos, sin querer
proceder a ninguna clasificación del dolor y el sufrimiento, ni a
ninguna equiparación entre los mismos.
Atares jenerala
|
Mikel Zabaltza | |
Son muchas las personas que, de diversas maneras, han sufrido en este
conflicto. Conocemos su dolor y todas ellas merecen nuestro respeto.
Por eso, el señalar que ha habido víctimas de manera multilateral no es
un acto de propaganda, sino un hecho real e inequívoco. Además de las
víctimas de la actividad de ETA y otras organizaciones armadas, ha
habido muertes producidas por fuerzas parapoliciales, terrorismo de
Estado, represión, políticas de tirar a matar, torturas y tratos
inhumanos, discriminación o restricción de derechos básicos. Esto es un
hecho histórico que nadie puede negar. Y es en ese contexto en el que la
Izquierda Abertzale reconoce el dolor y el sufrimiento que las diversas
manifestaciones de violencia han producido; el generado tanto por la
actividad armada de ETA como por la violencia gubernamental y de guerra
sucia desde instancias oficiales.
En ocasiones se nos han hecho advertencias al respecto, y por ello,
conscientes de la existencia de esa percepción tanto en la ciudadanía
vasca como en la española, y también en la catalana, la Izquierda
Abertzale acepta que mediante sus declaraciones o actos ha podido
proyectar una imagen de insensibilidad frente al dolor causado por las
acciones de ETA. Ante ello, lamentamos el daño que de manera no deseada
hayamos podido añadir por medio de nuestra posición política o que desde
la labor de portavocía hayamos podido ocasionar. Y reconocemos que, en
la crudeza de la confrontación, nos ha faltado hacia unas víctimas la
sensibilidad mostrada con otras. Lo reconocemos sin ambages, y deseamos
que sea aceptado con la misma sinceridad con la que hoy lo decimos.
Por ello, como portavoz de la Izquierda Abertzale-SORTU, quisiera
dejar constancia de nuestro profundo pesar tanto por las consecuencias
trágicas derivadas de la actividad de ETA como por nuestra posición
política con respecto a las mismas, en la medida en que ésta haya podido
suponer -aunque no de manera intencionada- un dolor añadido o un
sentimiento de humillación para las víctimas. Simple y llanamente, lo
sentimos, y lo sentimos mucho; nunca fue nuestra intención.
Mirando hacia adelante, y si realmente deseamos construir una paz
justa y duradera, es crucial reconocer todo el sufrimiento padecido y
mostrar un compromiso y una voluntad clara por sanar las heridas en
nuestro país. Un País que, en sí mismo, ha sido y sigue siendo también
víctima. Víctima en términos políticos y colectivos -y a lo largo de su
historia- de la violencia sistemática de dos Estados que han pretendido
subsumir en ellos nuestra identidad nacional y que no han permitido a
los vascos ser dueños de su futuro. También el Estado español y el
francés deberán reconocer el dolor causado a nuestro pueblo y a los
miles de hombres y mujeres del país que han sufrido en sus propias
carnes la represión. Generaciones de jóvenes vascos resistieron y
lucharon a través de la historia no porque les gustase; lo hicieron
porque sintieron la necesidad de responder a una dominación y
asimilación ajenas a su cultura, identidad y dignidad como pueblo que
somos y hemos sido por milenios.
Es por ello que queremos decir que nadie debe eludir su
responsabilidad en el conflicto político vasco: que nadie trate de
mostrarse como mero espectador o evaluador de un conflicto en el que ha
tomado y toma parte.
4.- Y también pensamos que la Justicia Transicional es necesaria para
que fundamentalmente el Pueblo Vasco pueda conocer la verdad, y por lo
tanto proponemos la puesta en marcha de una iniciativa inspirada en las
Comisiones de la Verdad como instrumento para conocer el detalle de lo
ocurrido, porque conocer la verdad nos facilitará el tránsito hacia un
escenario democrático.
La Izquierda Abertzale considera crucial hablar sobre lo ocurrido;
recuperar la verdad sobre lo acontecido. Los vascos necesitamos saber la
verdad, pero debe ser toda la verdad sobre el conflicto político y sus
consecuencias. El conocerla, además de hacer más fácil el tránsito desde
un escenario de violencia a un escenario democrático, contribuirá a la
reconciliación y nos hará sin duda, más libres.
Es por lo tanto necesario responder a una pregunta, al cómo gestionar
el conocimiento de esa verdad, de esa suma de todas las verdades. Y
nosotros consideramos que para conocer lo que realmente ha ocurrido en
nuestro pueblo debería constituirse una Comisión de la Verdad, de
naturaleza internacional e independiente, políticamente imparcial, con
una participación abierta, de carácter incluyente. Correspondería a esta
Comisión analizar las causas y consecuencias del conflicto y los abusos
cometidos durante el mismo. De hecho, entendemos que la formación de
dicha comisión es fundamental no ya sólo para conocer lo acontecido,
sino también -aprendiendo de la lección histórica- para situar las bases
con las que evitar que en el futuro se vuelva a reproducir algo
similar, alcanzando una justicia verdadera y la reparación de todas las
víctimas.
Esta Comisión de la Verdad necesitaría de la cooperación de todas las
partes, con la implicación tanto de gobiernos, partidos políticos y la
sociedad civil. Debería tratar sobre el papel de diversas organizaciones
en el conflicto actual (tanto aparatos del Estado como instituciones,
organizaciones armadas, medios de comunicación, sociedad, partidos…).
Esta iniciativa debería ayudar a la consolidación de la paz, teniendo en
cuenta al conjunto de víctimas y sin ningún tipo de jerarquización ni
clasificación. La organización de la Comisión, sus objetivos así como su
actividad deberían acordarse entre todos los participantes.
Nosotros estamos decididos a apoyar la formación de dicha Comisión de
la Verdad, y en ese sentido pedimos al resto de instancias implicadas
que muestren la misma disposición y voluntad. Como sociedad, solo así
sanaremos las heridas que ha dejado el conflicto y aseguraremos que
nunca más se vuelva a repetir.
Y como 5. punto que a nuestro entender debiera abordar un esquema de
justicia transicional, búsqueda de un diálogo y acuerdo, como elementos
envolventes ineludibles en este tránsito hacia un escenario de paz y
democracia.
5.- El diálogo y el acuerdo democrático como garantía de no repetición.
Tan importante como conocer lo ocurrido es el establecer garantías
para que no se vuelva a repetir lo ocurrido. Y para ello es tan
necesario hablar de lo pasado como de sentar las bases de la convivencia
futura.
Si hemos de alcanzar una paz justa, verdadera y duradera es necesario
que la sociedad vasca proceda a acordar y construir un escenario
democrático. Un escenario democrático respetado por las instancias
gubernamentales. Y en esa dirección, consideramos que es inaplazable el
diálogo y el acuerdo sobre un marco jurídico de futuro. Ésa es la
garantía de no repetición que consiste en situar el conflicto en
parámetros exclusivamente democráticos, para que el debate político se
dé sobre un suelo igualmente democrático y a través de vías meramente
democráticas.
Para la viabilidad de dicho diálogo, proponemos la adopción de las siguientes bases, cuatro en total:
A) Aceptación de los Principios Mitchell.
Todas las fuerzas políticas de Euskal Herria deberían hacer suyos
todos los Principios Mitchell, de la misma manera que también los hace
suyos la Izquierda Abertzale. Dichos principios son la garantía para la
consecución de un escenario de paz y soluciones democráticas. Por ello,
todas las fuerzas políticas deberían manifestar su:
• Compromiso con medios democráticos y exclusivamente pacíficos para resolver asuntos políticos.
• Compromiso a renunciar al uso de la fuerza o a la amenaza de
usarla, así como a rechazar que otros agentes la utilicen o amenacen con
utilizarla, en el conjunto del proceso democrático y en cualquier hito o
punto de inflexión del mismo.
• Y el compromiso con acordar someterse a los términos de cualquier
acuerdo alcanzado en las negociaciones multipartitas y recurrir a
métodos democráticos y exclusivamente pacíficos para intentar alterar
cualquier aspecto de ese resultado en el que puedan estar en desacuerdo.
B) Se deben diferenciar los proyectos políticos de las soluciones
democráticas, en el sentido de que todo proyecto político democrático es
legítimo en el País Vasco y se debe lograr el escenario democrático
para que cualquiera de los mismos pueda, además de poder ser defendido,
ser materializado si la voluntad democrática mayoritaria así lo expresa.
C) La construcción de la paz exige el reconocimiento y respeto a la
pluralidad del país. Las diferencias en torno al presente y futuro del
Pueblo Vasco y sus relaciones con los estados vecinos, que legítimamente
mantienen las fuerzas vascas, no impiden que se reconozca y acepte la
existencia de una realidad histórica, lingüística, social, económica y
cultural llamada Euskal Herria. Una sociedad plural que ha bebido a
través de la historia de las muy diversas aportaciones de los hombres y
mujeres que han vivido y viven en este país. Una pluralidad que todos
debemos reconocer y respetar.
D) Y finalmente, asumir que construir la paz conlleva el
reconocimiento y respeto de todos los derechos, individuales y
colectivos, incluido el Derecho a la Libre Determinación o derecho a
decidir. El derecho a la libre determinación no es una posición
partidaria sino un derecho básico. Un derecho humano de carácter
colectivo reconocido por el derecho internacional, democráticamente
aceptado y llevado a la práctica por la comunidad internacional en
varios casos recientes como ha sido en Alemania, Irlanda, Québec,
Montenegro o Sudán del Sur y que va a ser clave en la evolución de la
situación política en varios puntos de Europa como Flandes, Escocia o la
propia Catalunya. El reconocimiento de este derecho no significa
predeterminar nada sino otorgar a la sociedad la capacidad de decidir. Y
en nuestro caso, arbitra que es la sociedad vasca la que en última
instancia debe acordar sobre su futuro.
Es por lo tanto la sociedad vasca la que tiene en sus manos su
futuro, esa es nuestra premisa, y ésta que he tratado de exponer es
nuestra visión sobre cómo abordar la resolución del conflicto político
vasco desde una óptica integral, tanto en lo relativo a las
consecuencias como a la vertiente política que reside en la base de la
existencia de ese conflicto de carácter político.
Habrán observado que en la exposición he utilizado algunas
expresiones recogidas en declaraciones o entrevistas realizadas con
Arnaldo Otegi desde prisión. Lo he hecho por expresa indicación suya; él
conocía de la celebración de esta jornada desde hace tiempo y me dijo,
como hace unos días decía a Antoni Batista en Ara, que le parecía muy
importante habilitar canales de comunicación, los que fueran posibles,
para dialogar con las víctimas que tengan disposición a ello. Decía
también que tenemos pendiente ese diálogo que sin duda creemos sería
beneficioso para todos, y quiero terminar reiterando esa disposición
personal y la de la Izquierda Abertzale para realizar ese ejercicio.
Agradezco nuevamente la oportunidad que se nos ha ofrecido y gracias por
la atención, especialmente porque sé que para algunos de los presentes
no habrá sido sencillo.
Eskerrik asko.